Compañía Somosquiendanza, La Casa
Encendida, 1 de marzo 2014, Madrid.
Esta producción, dedicada a los más
pequeños pretende ser “un acercamiento didáctico a la historia de la danza contemporánea
para todos los públicos”. En efecto, se hace un recorrido meteórico por la
danza contemporánea con más o menos fortuna. Con una pizarra de grandes hojas
que los bailarines iban pasando se podían ver escritos los nombres y fechas de
algunos de los hitos de la danza contemporánea -Isadora Duncan, Mary Wigman,
Martha Graham, Merce Cunningham y John Cage, Pina Bausch, Steve Paxton y La Ribot-
mientras los bailarines explicaban con palabras y mostraban con movimientos los
diferentes estilos de danza.
Teniendo en cuenta la ardua tarea que
supone intentar plasmar un periodo de tiempo bastante grande en el que los
pensamientos y formas fueron tan diversos, resulta bastante acertado en su
conjunto. Tengamos en cuenta que un público tan joven capta los grandes rasgos
y que estos a veces deben simplificarse en aras de una mayor comprensión.
Algunos elementos resultaron un poco
chocantes y desatinados como por ejemplo el comenzar bailando un fragmento de Giselle. Entiendo el mensaje, supongo
que los niños también, pero los bailarines no estaban capacitados para ofrecer
una imagen real de lo que supuso el Romanticismo: el vestuario y las, vamos a
decir “maneras”, dejaron mucho que desear. Afortunadamente duró poco. Faltaron también
algunos otros nombres que fueron importantes en el discurso y el desarrollo de
la danza contemporánea, e incluso decisivos: Ted Sawn, Ruth Saint-Denis, Doris
Humphrey, Laban… tampoco estaba Loïe Fuller, de la que había una buena
exposición en una de las salas de este centro cultural. Hubiese sido un buen
momento visual para captar la atención de los pequeños el mostrar las grandes
telas y movimientos impactantes. La música electrónica para representar el
expresionismo de Mary Wigman resultó así mismo un tanto chocante y errado. Faltó
algo de ritmo en algunos momentos, que se hicieron largos y algo espesos.
Pero hubo buenas escenas, bien
representadas y de gran claridad como el de Martha Graham, el binomio Merce Cunningham
y John Cage con participación del público incluida, y el de Pina Bausch. Finalizó
la obra con una sencilla pero muy efectista por su dinámica Pieza Distinguida de La Ribot.
Lo más importante, la mayoría del público,
niños a partir de unos cuatro años, estaba callado, prestando atención a los
movimientos y explicaciones de los bailarines-actores. Es fundamental que este
acercamiento de la danza y del teatro se haga desde edad temprana para
acostumbrar a los más pequeños a asistir al teatro y formar su sensibilidad. En
ese sentido: bravo por la compañía y la programación y difusión de este tipo de
acontecimientos.
Esperemos que haya
servido para despertar la curiosidad de los más pequeños y fomentar la afición
a la danza.