viernes, 17 de octubre de 2014

MANON POR EL ROYAL BALLET: PURA EMOCIÓN



16 de octubre de 2014, Cines Yelmo.

Los cines Yelmo siguen presentando la temporada de proyecciones de ópera y danza en directo para los habitantes del planeta que no podemos gozar de estas representaciones en lugares tales como Londres o Moscú. Esta iniciativa supone un soplo de aire fresco en medio del páramo cultural en el que nos encontramos en España en cuestión de danza por lo que se agradece el esfuerzo de esta entidad en difundir estas artes tan poco mediáticas como la ópera y el ballet. Ayer pudimos disfrutar de una magnífica obra representada por el Royal Ballet, Manon, con música de Jules Massenet, coreografía de Kenneth McMillan y basada en la novela del Abbé Prévost.
La estructura de la obra es clásica, como tantos otros ballets de repertorio, en tres actos, con planteamiento, nudo y desenlace. Sin embargo el desarrollo de la misma mantiene en vilo al espectador en todo momento puesto que los tiempos y los ritmos están perfectamente controlados, sin dejar al azar ningún elemento, conduciendo con sabia maestría los sentimientos, sumando emociones hasta llegar a la explosión del final y desenlace de la pieza.
Una perfecta obra de McMillan donde los dúos ocupan una parte fundamental por su dramatismo e intensidad emocional y coreográfica, pero envueltos en unas estupendas variaciones de solistas y cuerpo de baile. La complejidad de las evoluciones tanto de los solos como de las partes de conjunto en un discurrir circular, un complejo continuum de movimiento que se nutre de sí mismo, está maravillosamente resuelta por los bailarines.
Espléndidos en su trabajo Ricardo Cervera y Laura Morera tanto de forma individual como en los dúos, resaltando el cómico del segundo acto (una joya coreográfica), realizado con una naturalidad, perfección y gracia digna de alabanza.
En cuanto a la pareja protagonista debo resaltar una y otra vez a la fantástica Marianela Núñez, que encandila con su danza y su personalidad en cada pieza que interpreta. Federico Bonelli estuvo nervioso desde el principio con un temblor de manos continuo que no le impidió realizar un papel espléndido de enamorado y ferviente amante. Maravilloso en los dúos, parecía recobrar la calma al lado de su pareja argentina, que demostró una solvencia y tranquilidad durante la obra que no hacía más que contribuir a sumar tantos a esta magnífica bailarina. Núñez no interpretó a Manon fue Manon y nos condujo por la obra con gran maestría, desbordándose de amor desde el principio, seduciendo en el segundo acto -tanto en el dúo como en la sorprendente escena erótica con el conjunto de bailarines- y enloqueciendo y delirando en el tercero, con una técnica impecable que traspasaba los pasos para convertirse en expresión de su alma.
El dúo final es un completo derroche de maestría coreográfica, sentimientos y dramatismo: puro éxtasis llevado al límite por esta perfecta pareja.
Un privilegio la puesta en escena de esta compañía: el Royal Ballet nos está deleitando con unas obras impecables en cuanto a música, decorados, bailarines y vestuario.
Un verdadero disfrute de la danza: pura emoción.